sábado, octubre 21, 2006

SENSACIONES

Pistola:
Semeja la infancia, cuando descubres los sabores de las viejas pesetas. El metal frío se va calentando según mantienes la lengua sobre él. Sabe a sangre fresca.
Una vez disparada el gusto cambia, se hace más fuerte, denso y picante. La polvora confiere un regusto a azufre, como arenilla en la boca.
Es una explosión se sabor.

Ciudad:
Al recorrer las rugosidades de los edificios con las manos desnudas, al tocar las rigideces de las farolas, las transparencias de las ventanas. Al sentir la dureza del asfalto, despidiendo el calir del día, bajo las suelas de mis rígidas botas de goma y cuero. Al sudar bajo el tórrido calor del aire contaminado que estruja mi piel, mi rostro y el dorso de mis manos. Al sentir todo esto me doy cuenta de que estoy en casa.

Opción: al sentir todo esto de di cuenta de que estaba de nuevo en casa

Luvia:
Plic, plac,plic,plac... una multitud de grifos rotos, goteando sin compás, al unísono pero sin métrica.
Un torrente de tambores, con notas agudas y cantarinas. Un baquetear sin ritmo.
Serenidad.

Mujer:
De suaves curvas vertiginosas, aquella mujer alteraba a Manuel. El cadencioso vaivén de sus caderas al salir del bar hacía que se le saliesen los ojos de las órbitas. Sobre todo en las noches en que ella llegaba con su vertido rojo, tremendamente ajustado y de generoso escote.

Revisión: De suaves curvas y rectas vertiginosas, aquella mujer alteraba a Manuel con solo asomar su pálida mano por la entrada.

Perdedor:
Olía a agrio, ese olor de la leche pasada, que casi puedes llegar a paladear.Cuando pasé por su lado la vaharada dulzona y agria de sus basuras impregnó mi ropa y mi cabello.
Aun ahora me acompañan los perfumes de sus desdichas, mientras le recuerdo.
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